EPITAFIO
RICARDO
MEYER
Vestigio
insano de letanía callada,
Que sosiega mi pútrido corazón,
Roe cual rata postrera el hilo
Del que pende mi voluntad y oscila en ella
El presagio malfario de lo que no seré.
Esculpido
por mi puño, soy mi juez y verdugo.
Incauto que, aunque dubitó, se entregó
A las fauces hambrientas de los carroñeros,
Cuyo credo es Mammon, Baal y Vulcano.
¡Esfinge!
Te he confiado los secretos de mi Nuit
Y he callado las verdades que no se contaron,
Abrasando el jardín de hortensias en el luto de mi madre
Que despellejada contempla lo que ella forjó
Corrompido por los daimones y telquines de Anatolia,
Cuyas pinzas me entregan la cicuta.
Un último trago que saboreo con deleite,
Para luego recibir el ósculo de la Muerte.