El teorema Caruso

 EL TEOREMA CARUSO

POR RICARDO MEYER

 

“Cuando siento una necesidad de religión, salgo de noche y pinto las estrellas”.

Vincent van Gogh

 

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   La despersonalización o, trastorno de despersonalización como lo llaman los médicos, es algo que no le deseo a nadie. Hasta el día de hoy me cuestiono si lo que he visto cuando se sobrepone el Sueño y la Vigilia es real o no, pero siento que el solo hecho de que no sea real es darme la razón, puesto lo que allí se ve no pertenece a esta realidad.

   Cuando comencé el tratamiento quería dejar de disociarme, no soportaba no tener los pies en la tierra, pero al mismo tiempo, tenía pena de que aquellos sueños hermosos que solo podía ver cuando me encontraba despersonalizado se perdieran en la medicación.

  Una noche, sin embargo, mientras me encontraba leyendo El Rey de Amarillo, decidí probar un experimento. Ya había experimentado bastante sobre lo que hay más allá de la cuarta pared y sumado a mis conocimientos de fisionomía, sabía exactamente qué hacer.

  Cerré los ojos, con el corazón predispuesto en mis sueños, vi el punto amarillo. Carcosa. En ese momento recordé a la persona que me inspiró a buscar esa luz negra cuando mi mente estaba divagando y no encontraba rumbo, Santiago Caruso. Al instante, con mis ojos cerrados, solo había un punto amarillo y mis dedos ejercían presión en mis ojos. Poco a poco mi mente fue dibujando como una brocha y el punto amarillo pasó a ser un espiral y un sinfín de trazos y figuras que en este momento no recuerdo. Era el teorema Caruso. Al salir del trance me encontraba en un estado rallando en el daltonismo, puesto mi el umbral de mi visión veía todo con un contraste en escala de grises, casi daltónico, haciendo énfasis, no en el color como tal, pero si en una paleta de colores, como si un filtro de fotografías del celular se tratase. Veía el mundo en una paleta de tonalidades amarillas.

 En ese momento, había abandonado mis sueños, sabía que no me volvería a despersonalizar, mucho menos ahora que empecé el tratamiento médico, pero al realizar aquel experimento donde con una mancha amarilla logré pintar y disparar los trazos de los sentimientos y resquemores más profundos que sentía, logré pintar el cuadro más majestuoso que he pintado jamás, un cuadro que ahora se encuentra en lo profundo de mi corazón y que, si Hipnos lo permitiese, en las horas de sueño podría contemplar aquel cuadro y ver mis sueños pintados en un hermoso lienzo de tintes amarillos.