El Barón Loco

 EL BARÓN LOCO

POR RICARDO MEYER


“Alemania está pasando por un momento aciago…. Nos están poniendo la espada en las manos”.

Kaiser Wilhem II el Grande * * *


     No hay nada más doloroso que la Guerra, así como no hay cosa más nauseabunda que la vanidad. Por mí, entrego todas mis condecoraciones por “honor” militar. No hay honor en arrebatar una vida, o, al menos, eso pienso yo ahora. Yo, que decidí autoexiliarme a un país que, gracias a Dios, nunca conocerá lo que es la guerra. Solo Dios tiene el poder de quitar y dar la vida…tal como me la quitó y luego me la dio a mí. Estábamos en las trincheras, lo recuerdo muy bien, fue durante la tregua navideña que conocí a los británicos y me di cuenta que éramos similares. Hice un amigo, Rob se llamaba, el cual me enseñó cosas de su pueblo y de su gente, de los celtas. Me recordó a las gentes primitivas de Alemania y me di cuenta que no éramos muy diferentes. Hasta me dije a mí mismo que no tenía sentido esta guerra, pues éramos hermanos, sumado a que nuestro Kaiser era primo de su Rey, así como lo era del Zar. Me tacharon de loco, dijeron de mí que le lamía el rabo a los ingleses, a los piratas… pero, he de decir, que yo no veía nada de malo en eso. El tiempo me dio la razón cuando perdimos la guerra y el hijo de puta de Paulus, en su rabia por mi amistad con los ingleses, detonó una bomba lacrimógena en mi oreja, terminando él muerto y yo loco. Desde entonces dejé de ser Ricardo II de Baviera y me la he pasado exiliado aquí, como el Barón Loco. 

     El otro día, vino ante mí un muchacho, de estos que sueñan. Yo lo entiendo perfectamente, pues yo también fui soñador -y más ahora que estoy loco-. Sin embargo, no alcanzo a comprender qué es lo que le pasa a mi gente ahora, ¿no se dan cuenta que no te puedes comportar en Las Tierras de la Vigilia de la forma en que te comportas en Las Tierras del Sueño? Eso sí que es de locos.

     Vino un tal Fritz, que peleó en la Gran Guerra, al igual que yo. Me superaba en edad y sabía que, aquí en el castillo, guardaba una copia del Libro de Babalon, que fue un obsequió de mi amigo, el inglés. Pero yo, que tengo uso de razón y estoy y no estoy loco, tengo una frente gigantesca, y es que mi capacidad craneal me ha hecho tener la condena de no poder olvidar nada. Pero no conozco el bien y el mal, y solo vivo el presente, ya que, cuando miro al pasado, lo hago con dolor, pero sabiendo siempre que es algo que debo hacer para aprender de mis errores y no caer en errores futuros. Y, ahora, no iba a dejarme arrastrar a este error fatal.

     Dijo que había aparecido un austriaco que le devolvería la gloria a Alemania. El tipo deliraba, me habló de Thule, de Hiperborea, de mundos extintos y muertos que, por ende, solo puedes visitar soñando. Me habló de gentes y pueblos con los que yo convivo a diario en Las Tierras de Venus… pero, precisamente, con los que solo convivo cuando estoy soñando. Y es que despierto debo ser alguien despierto, no un noctámbulo. Su morbosidad me hizo sentir vergüenza de ser alemán, de saber que el futuro de mi gente, por la que yo peleé, dependía de estas gentes supersticiosas que solo prostituyen los ideales de Carlomagno. Me daba asco. Ahora me doy cuenta de que no fui yo quien traicionó a mi patria, al hacerme amigo de un inglés, sino que Alemania me traicionó a mí. Sentí rabia, mientras Fritz seguía babeando sobre mi mesa. Di un golpe con mi mano izquierda, me levanté con la rabia de un campesino de Múnich y desenfundé mi espada. En ese momento, estaba dispuesto a matar a ese infeliz, ¡lo estaba! Le dije de todo: le dije que era necio, que venía a mi castillo a rogarme el Misterio de la Vida, Muerte, Sueño y Amor, algo que me fue concedido mediante el dolor… ¡y él quiere que yo se lo entregue! No le puedo entregar mi sufrimiento y, por ende, no le puedo entregar El Libro de Babalon, pues en él está mi dolor, tanto como en las treinta monedas de Judas yace el dolor de Cristo. Lo había cogido de la barba, y puse el sable en su tráquea, lo iba a decapitar, lo iba a hacer, estaba decidido. Pero me contradije yo mismo, pues le espeté, escupiendo con la rabia de mi gente: “eres un necio, pues lo que buscas en esos textos esotéricos solo lo puedes encontrar con la fé”. Y, en ese momento, me quedé helado, viendo como él se moría de miedo... pero no iba a morir. Hoy no. Enfundé mi espada, galante. Recuperé mi semblante y le pedí que se fuera. Recordé que muchas veces la cruz fue usada como espada para arrebatar vidas, pero hoy no se repetiría tal afrenta, no porque yo diga que “es más honorable perdonar una vida”, pues jamás perdonaría a semejante imbécil, que vino a insultarme a mi casa, sino porque solo hay alguien que puede quitar la Vida y darla. Y ese alguien no soy, ni seré, yo. Pues solo soy hombre, no dios.




El No-Nato

 El NO-NATO

POR RICARDO MEYER


Dedicado a Gioser Rasz, quien me conoció Muerto.


* * *


     Hubo una vez un infante que murió para luego nacer, fue Muerte y luego fue Vida. Disfrutaba de su infancia mortuaria entre los muertos, se escapa de su hogar para ir a los cementerios y oír el silencio que en su hogar no había, pues en su hogar había Vida y él era Muerte. Sabía que los necrófagos existían solo en Sueño y que en Vigilia aquellas tumbas y criptas lo acurrucarían del frío del calor de su hogar, pues lo gélido que eran los cementerios en las tierras australes era un fuego mucho más cálido para él y su canción de cuna eran las aves de la noche y el viento era el bardo que cantaba los versos tristes. El no-nato tuvo que adaptarse como Muerto en Vida, leía muchos libros, demasiados libros, y cuando leía libros históricos, era lo único que lo hacía sentir identificado, pues él estaba Muerto y ya conocía a Napoleón Bonaparte y a muchos más y añoraba verse en los salones en Francia, vestido como un aristócrata, pero de alguna forma, ese no-nato añoraba la alegría. Un 31 de diciembre de la era común fue la personificación de la Vida misma, el Khristos, siendo Hipnos sueño y Tánatos Muerte, quien le concedió Vida a este joven y de su Muerte solo quedó un epitafio: mi trabajo aquí no está terminado.






El Artista Ambulante

 EL ARTISTA AMBULANTE

POR RICARDO MEYER


“Así pues, donde estaba la Osa, por razón de ser lugar la parte más eminente del cielo, se coloca la verdad, que es la cosa más alta y más digna”.

Giordano Bruno


* * *


     Ahí estaban todos ellos, comiéndome la polla. Sí, lo entiendo, soy un artista, ¿y qué? No es lo que realmente me apasiona. Todos veían mis pinturas como si fueran la gran cosa, sobre todo la que más representaba el asco que siento ahora. “Azazel” se llamaba o “El Elogio de la Vanidad”. Entre lamepies esnobistas y oscuros andaluces la única compañía que necesitaba era la de mi amigo, desaparecido ya por largo tiempo y del cual hacía mucho que no sabía nada. Es por ello que, en su honor, lo más que podía hacer era disfrutar del buen vino que servían en la barra libre. Aunque… supongo que, técnicamente, este salón de arte no es una barra.

    Siempre disfruté la vida bohemia, quería evadirme de las miserias del mundo, siendo el alcohol lo único que me permitía disociar y poder alcanzar mi verdadera pasión: la contemplación del cosmos. Estaba apurando la última copa, tratando de coger el puntillo, cuando vino el imbécil de Gabriel para decirme: “Miguel Ángel, Miguel Ángel, este Señor quiere hablar contigo, es de los Emiratos y dice que te conoce”. Al verlo, fingí no temerle, pese a que la congoja trataba de adueñarse de mis miembros. Dejé la copa sobre la mesa, evitando así que se escapase de mis temblorosas manos, quebrándose en el suelo como una María dolorosa. 

    Gabriel nos dejó solos, lo miré fijamente, sus ojos vacíos, era oscuro, muy oscuro. Me dijo su nombre, “Iblis”, conversamos un poco, por no decir bastante. Y, cuando dijo que ya no me veía como en el momento en que lo visité en Egipto, se me heló la piel. “¿Quién mierda eres?”, le espeté. Él jeque me miró con semblante altivo, principesco, y me dijo: “Estuviste en mi Pirámide, en la de Kefrén, poco después de especializarte en egiptología”. Fue un segundo, un minuto, una eternidad y la última frase que me dirigió fue “pero veo que Tiempo es menos de lo que te queda, me recuerdas a Giordano Bruno, él quería perder la Razón para ser como mi padre, terminó perdiendo la razón y quemado en la hoguera. Sea como sea, espero disfrutes mi performance”.

     En ese momento, que quizá fue una eternidad, el extraño árabe me estrechó la mano. Y, al palparla, sentí todos los conocimientos del Logos que añoraba de pequeño, cuando escribía esos cuentos con mi hermano y, posteriormente, cuando comencé a escribir para Shangri-La 93 con Ricardo, quien ahora se hallaba desaparecido. La gente pasaba, hablaban conmigo, bebían, charlaban, adulaban mis pinturas. Yo no sentía nada, ni siquiera el mismo Tiempo. 

     Finalmente, llegó la performance que Iblis, de los Emiratos Árabes, haría en mi honor. En ese momento, se detuvo sobre el escenario y, extendiendo sus brazos, como la efigie de  un Ángel, dijo: “Yo soy más digno, pues vengo del fuego, aquel que purga la vanidad, y es que no hay cosa más nauseabunda que la vanidad. Este es mi homenaje a Miguel Ángel y a su amigo, quien ahora yace, desollado y perdido”. La gente lo aplaudió y lo aclamó, incluso más que a mí. Todos veían lo que se proyectaba en la pared blanca del salón. Era el Inicio y el Fin, era Todo, todos lo adulaban y gritaban su nombre, con amor, con amor, con mucho más amor que el que profesaban hacia mi obra, mientras él hacía una reverencia por cada uno de los aplausos. Todos fueron a besarle la mano, uno por uno, todos lo adulaban, lo amaban, era su obra de arte. 

    La exposición terminó cuando la última persona, una mujer le solicitó la bendición a Iblis. Esta se marchó y, al retirarme yo, me percaté que ya no estaban mis cuadros, tan solo quedaban el proyector y el árabe. En ese momento sentí horror, me moví, caminando de espaldas, mientras veía su semblante oscuro. Y, cuando me disponía a farfullar algo relacionado con el Tao, él me dijo: “De nuevo tú, hablando de cosas que no alcanzas a comprender, despierta, pues tienes que terminar lo que comenzaste”. En ese momento, por su boca escupió fuego, y del fuego vino la Palabra. Y, cuando desperté, me encontraba en un Hotel en Barcelona, totalmente bebido. Recibí una llamada de recepción, pues había solicitado que me despertaran a las diez y media, ya que tenía una presentación de mis obras aquí, en Barcelona cortesía de la Universidad Privada Gustavo Adolfo Bécquer de Madrid. Y hoy, por fin, todos verían mi gran obra, “Azazel” o “El Elogio de la Vanidad”

      Pero, al lavarme la cara, me di cuenta que todo fue un sueño, lo cual me alivió, sabiendo que hoy tan solo me tocaba vivir el momento.




El exilio de los dioses

 EL EXILIO DE LOS DIOSES

POR RICARDO MEYER


Lejos de la prisión de la carne, lejos de lo mundano. Consumiendo el néctar y ambrosía en la morada de dioses ya hace mucho defenestrados. Solo en el salón del banquete. Pero ¡ah! Cuan agradecida soledad. Ya no me llegan los rugidos de las bestias. Mi nariz ya no siente el hedor de la descomposición a la que la decrépita humanidad lleva encaminándose desde hace milenios. Solo la gentil claridad de la luna. Y yo le digo:

Soy Eterno.

Revelaciones del Emperador Inmortal, Ensalmo Primero

     


     Cuando la tierra era joven y aún no habitaban en ella los gigantes ni los dioses de los hombres, se desató una gran guerra entre los dioses superiores y los dioses de los infiernos. Sin embargo, no hay cosa más nauseabunda que la vanidad, y es que estos dioses superiores, en su arrogancia y codicia por privar a los hombres de los dioses inferiores y de la bóveda celeste, impusieron como castigo el sueño eterno. Pero irónica es Vida e irónica es Muerte, pues, más allá del espejo, ellos ahora gobiernan. Y, donde los hombres serpiente entonan sus siseantes cánticos, al son de los ronquidos del dormido Tulu, los dioses superiores fueron exiliados al lugar más oscuro del Sueño. Dicen sabios más antiguos que el mismo Barzai que Hypnos, Thanatos y Nyx, como una ironía -o broma macabra- de Las Moiras, fueron desterrados de sus propias tierras oníricas a los lugares más oscuros, allá donde los peores demonios de la pesadilla abundan, y merodean callejuelas llenas de azufre y dolor a Elysia; allá donde moran las rameras de Anatolia, junto con la Magna Mater Venus. Y, otros, han terminado sucumbiendo ante el Emperador que fue exiliado a Tíndalos. Pero, no deben sentir lástima por ellos, deben rendirle tributo al Emperador Inmortal, pues él les advirtió en sus Revelaciones de que su vanidad sería su pecado y de que, ahora, Los Antiguos duermen y Sueño es su reino. Ahora, ni el propio Sueño puede dormir en paz en su reino... pues ahí yacen los que han sepultado.



El Culto Carcosa (borrador 2022)

EL CULTO CARCOSA

POR RICARDO MEYER

 

 

 

* * *

 

     Lo que parecía ser un simple culto adventista era algo mucho más perverso que eso. Todo comenzó cuando asumió el pastor Jameson, un estadounidense radicado en Chile. Si bien la Iglesia Adventista del Séptimo Día podría considerarse extremista, este pastor creo un culto hacia su personalidad similar al nefasto caso de David Koresh en USA. Aun así, el culto a la personalidad hacia el pastor Jameson era lo de menos, pues remodeló el templo con extraños signos y comenzó a usar una máscara blanca en las reuniones. Esto fue lo que comenzó a desconcertar a algunos miembros. Si bien la gran mayoría estaban encantados con su labia y predica, hubo una minoría, entre ellos Dolores Cruz, que notaban que había algo mucho más profundo tras esto.

     Dolores, intentando aclarar la situación, se dirigió al despacho del pastor, pero estaba vacío. En la mesa notó un gran libro antiguo, tapa dura, con un extraño signo que le causó mareos y con un título en inglés: “THE KING IN YELLOW”. Ojeándolo un poco notó que era una especie de obra de teatro, pues ella no sabía inglés, cerró el libro y se quedó contemplando el extraño símbolo que ahí había. Inmediatamente una serie de imágenes de un lago y un cielo con dos soles comenzaron a atormentarla. Dolores decidió abandonar la habitación y en ese momento se topó con el pastor, quien estaba afuera de la puerta. “Has visto el signo amarillo, ¿no?” le dijo el pastor. Dolores estaba totalmente nerviosa y fuera de sí, el pastor se abalanzó sobre ella y comenzó a ahorcarla hasta finalmente matarla. En ese momento entró al salón Juan, un joven que solía ayudar al pastor. “¿Otra más?”, preguntó. El pastor asintió y añadió… “La sangre es necesaria para El Rey Amarillo”.

     Pasando los meses el pastor terminó definitivamente convirtiendo la sede de la Iglesia en algo a lo que llamó “La Iglesia de Expiación por Carcosa”, el cual ya tenía muchos adeptos, entre ellos, todos los adventistas que no se opusieron a sus cambios. Dejó de acatar ordenes de la Iglesia Adventista y terminó apoderándose de la sede.

     Un día el pastor les dijo que la promesa que el gran Hastur les había hecho estaba por cumplirse. Todos podrían beber del gran lago Hali y gozar de las bellezas de las cercanías de Aldebarán y el brillo de los soles gemelos. Ese día les dio a todos los presentes un tónico mortal que todos debían beber al mismo tiempo que de fondo sonaba la canción de Cassilda pregrabada por el coro de la Iglesia. Fue un suicidio en masa donde murió incluso el mismo pastor. Las imágenes tomadas por drones eran horribles, cuerpos esparcidos por todos lados en el campo; la sede estaba llena de cadáveres también. El detective Hoffmann de la Policía de Investigaciones, mientras se realizaban los peritajes, encontró el libro de “THE KING IN YELLOW” y reconociéndolo inmediatamente supo de qué se trataba esto. Sabía que era algo muy grande y que podía causar consecuencias aún peores que este suicidio en masa. Guardó el libro y no lo entregó como evidencia. La noticia del suicidio en masa del extraño Culto Carcosa causó revuelo en todo el país, pero a la vez era muy poca la información y antecedentes que se tenían sobre la orden interna del culto. Se desconocían sus ritos, sus motivaciones, todo fue llevado muy en secreto. El detective Hoffmann era quien sabía todo, pues había visto el Signo Amarillo y ahora llevaba una copia del infame libro con él, sin embargo, no estaba dispuesto a entregárselo a nadie más con el fin de proteger la salud mental de la gente de la isla.

     Durante las horas vespertinas posteriores al suicidio se podía notar con mucho resplandor el brillo de las Híades y un bello crepúsculo amarillo.




 


Mateo (poema)

  MATEO

RICARDO MEYER

 

Bello y disruptivo, como soles gemelos,
Posado en las Híades malfarias en mi somier,
Reposa y ronronea mi gato anaranjado,
Quien aún con La Muerte a su lado,
Es capaz de invocar la belleza de Ulthar,
Y se alza, imponente y altivo,
Con sus cabellos dorados de guerrero felino,
Porque su destino es la lucha en Las Lunas.

 

Desde Saturno, los peores horrores lo amenazan,
El se mantiene sereno, galante,
Me cobija con el calor de su cuerpo mientras mueve su cola,
Y me pierdo en la sinestesia de su cuerpo atigrado,
Sé que, aunque no tengo nadie a mi lado,
Siempre podré contar con mi amado gato anaranjado.




Monteverde 1973 (borrador 2023)

Mis pensamientos, aunque precarios y oscuros, se precipitan hacia lo desconocido mientras reviso los apuntes de Bertoldo concernientes al ritual de Chiloé. En efecto, aquellos antiguos marineros, los griegos y quienes escudriñaron los misterios de Atlantis, compartieron un entendimiento que se esconde en las sombras. Incluso el Maestro de Maestros, Jesucristo, al ser el Hijo de Dios, con mayor razón dominó este conocimiento.

No malinterpreten lo que afirmo, no se trata de herejía. Es necesario emplear conceptos elusivos, pues el misterio que enfrentamos no puede ser expresado con palabras comunes. Charles Darwin, en su perspicaz revelación, nos enseñó que procedemos del mar, que todo proviene del mar y que, al final, todo retornará al mar. Sin embargo, el poder que buscamos emular no emana del "mar" ni del "agua", sino del propio planeta Tierra, que, en su esencia, no es tierra en absoluto, sino agua.

En el océano, el agua actúa como un conductor que alberga un conocimiento ancestral y un poder que se escapan a nuestra comprensión. Este vínculo no solo nos conecta con todas las épocas y seres, sino que también constituye el origen mismo de la existencia. Es por ello por lo que, al contemplar el mar, uno puede sentir que está en diálogo con él y esto llega a ser casi un intento de suicidio. Esto no es demencia, sino una percepción de la esencia del cosmos. El agua, un canal de energía, es portadora de pensamientos de innumerables épocas y seres. No soy un hereje; sigo creyendo en la Santísima Trinidad y en el Dios de este planeta, cuyas raíces se sumergen en lo más profundo de su núcleo.

Jesucristo, siendo el Rey de Reyes, poseía dones primordiales, comprensibles si consideramos su vínculo con la esencia cósmica de este mundo. No podemos igualarnos a él, incluso si desentrañamos los misterios del mar, porque el mar, siendo una manifestación de ese poder cósmico, nos sobrepasa.

El miedo se apodera de la humanidad al observar cómo los polos se derriten y el mar reclama su dominio. En la tierra firme, carecemos de esa "magia" debido a nuestra soberbia, pero el día en que este planeta vuelva a ser puramente agua, será igual a los demás mundos cósmicos, con sus secretos insondables.

Los atlantes, en su arrogancia, intentaron dominar este poder, lo cual los condujo a la extinción. A lo largo de la historia, numerosos individuos han vislumbrado el misterio del mar. Ahora, comprendo por qué Bertoldo simpatizó con el Tercer Reich y la Orden Esotérica de Dagón. Este planeta es, en su esencia, un océano y, eventualmente, recuperará su identidad primordial. Dios Todopoderoso, a quien apenas comprendemos, seguirá siendo nuestro Creador y Amo de este mundo, pero hallará satisfacción en esta transformación. Dios purificó la tierra una vez con el Diluvio, haciendo el pacto del arcoíris, pero mi fe sugiere que quizás necesitaremos otro Diluvio. Esta vez, el Homo Sapiens no hallará redención en las aguas que purificarán un mundo corrompido.

7 de noviembre de 1973, Monteverde, Chile.



"Bertoldo" 1945 (borrador 2023)

En ese período turbulento de entreguerras, cuando las sombras del totalitarismo se extendían sobre el mundo, Chile no escapó a la influencia de estos oscuros vientos políticos que asolaron Europa. La crisis económica de 1929 sumió al mundo en la incertidumbre y la desesperación, creando un caldo de cultivo propicio para la propagación de ideologías radicales. El comunismo, por un lado, y el auge de la extrema derecha, personificada en el fascismo y el nacionalsocialismo, encontraron terreno fértil en el que florecer.

Mientras el mundo se desgarraba en una lucha ideológica y política, las agencias de espionaje de las grandes potencias se volvieron aún más activas, extendiendo sus tentáculos hasta los rincones más remotos del globo. En América Latina, y en particular en Chile, se tejieron complejas tramas de operaciones secretas que tenían como objetivo recopilar información sobre el comercio entre Chile y Estados Unidos. Fue en este contexto que, en 1941, la Policía de Investigaciones de Chile creó la Sección Confidencial Internacional, conocida como "Departamento 50", cuya misión era desentrañar y desbaratar esta red conspirativa.

Años después, en 2017, por solicitud de un grupo de diputados, se tomaron medidas para desclasificar los documentos confidenciales del Departamento 50 relacionados con esta investigación y transferirlos al Archivo Nacional. Estos documentos, ahora restaurados y digitalizados, constan de 23 volúmenes extensos que arrojan luz sobre una intrincada red de espionaje nazi en Chile durante la década de 1940. Además, revelan las conexiones de esta red con organizaciones similares en otras partes de América Latina. Estos archivos documentan un conflicto subyacente entre la democracia y el autoritarismo en la política nacional e internacional, así como la colaboración en materia de contraespionaje entre América Latina y Estados Unidos.

Entre los más de 6000 documentos reunidos, destacan declaraciones, fotografías, interrogatorios a los implicados, imágenes de reuniones de grupos nazis en Chile, peritajes tecnológicos, certificados de antecedentes, solicitudes de información entre organismos estatales chilenos, registros de seguimiento de sospechosos y conclusiones sobre sus conexiones y operaciones.


Sin embargo, lo que los funcionarios gubernamentales pasaron por alto es que más allá de las implicaciones políticas, las actividades clandestinas de Bertoldo Meyer, un simpatizante nazi, tenían una naturaleza que iba más allá de lo mundano. Durante las redadas, además de encontrar pruebas relacionadas con el comercio y las actividades políticas, se descubrieron objetos que, a ojos de un erudito, parecían estar vinculados a entidades primigenias, como el Padre Dagón, la Madre Hidra y los Profundos.

Estos hallazgos incluyeron cartas dirigidas a Innsmouth, Massachusetts, una localidad que, sorprendentemente, pasó desapercibida en la correspondencia con simpatizantes nazis, incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Lo más intrigante es que estas cartas iban más allá de lo político y parecían estar relacionadas con cultos antiguos y oscuros. Se sabe que Bertoldo Meyer adoptó los tres juramentos de Dagón y realizó rituales en el Archipiélago de Chiloé, entre los paralelos 41° y 43°, siguiendo las directrices de un folio titulado "The Consecration of the R'lyeh's Son", traducido al alemán y al español por su propia mano.

Además de arrojar luz sobre la influencia del ocultismo en la vida de Bertoldo Meyer y su familia, estos documentos también sugieren la existencia de objetos de poder vinculados a entidades cósmicas. Los demás miembros de la familia Meyer mostraban un fuerte rechazo a las inclinaciones de Bertoldo hacia el nazismo y hacia La Orden de Dagón. Como tal, ellos despreciaban a la gente de Innsmouth y a toda esa chusma, así como las supersticiones que trajo Obed Marsh de las Indias y de sus múltiples viajes a países del tercer mundo. El hecho de que Bertoldo haya conservado estos documentos y objetos en una caja fuerte, posteriormente utilizada por Paul Schaffer Schneider en Villa Baviera y en apoyo al golpe de estado de 1973, plantea interrogantes sobre si estos objetos podrían haber tenido un papel en el ascenso de Augusto Pinochet Ugarte al poder.

Es innegable que Bertoldo Meyer estuvo en contacto con la misteriosa Orden Esotérica de Dagón durante más de una década y que participó en operaciones rituales significativas. La verdadera naturaleza de estas operaciones y si realmente adquirió reliquias primigenias que influyeron en eventos posteriores es un enigma que aún perdura. Las palabras finales de Bertoldo Meyer en su manuscrito dejan un aire de misterio inquietante que se cierne sobre estos eventos desconcertantes.

"Me da igual lo que opine Bernardo o Cornelia, yo no me arrepiento de nada, y que se pudran los Schmidt. Yo he visto a los Profundos y sus maravillas, entiendo los misterios del mar. No entiendo que pretenden todos estos de acá pretendiendo que somos chilenos decentes. Desde que estalló el conflicto dejaron de vernos así y nosotros los Meyer tenemos que darnos a respetar. No me importa lo que pase conmigo, porque nunca moriré y mi linaje ha sido protegido luego de haber tomado el tercer juramento. No albergo miedo, pero si un odio muy grande a todos ustedes, el día que retorne a la Madre, aguardaré con paciencia para que junto a mis hermanos arrasemos todas las ciudades que erigieron con soberbia demostrando su falta de respeto hacia el mar. Mientras tanto, el camafeo ya está en posesión de Augusto y sé que, con la ayuda de Schaffer, les causará un buen rato de dolor, como castigo por lo que han hecho. ¡Ph’nglui mglw nafh Cthulhu R’lyeh w’gah n’gah fhtagn! ¡Iä Dagon! ¡Iä Hidra!"


El Hombre Astado (poema)

EL HOMBRE ASTADO

RICARDO MEYER

 

Vino caminando con el viento,
Altivo y galante hacia mi,
Con traje y corbata juró en vano,
Sus astas, martirio y goce de Cristo,
Muerte barrida por el viento al pasar,
Me dirigió la palabra, reverberando en mis oídos
Y dijo como príncipe del invierno,
¡Viva la merced del Hombre Astado!

 

Las multitudes lo seguían, como en Hamelin,
Mas este flautista no los dirigía allí,
Los guió como el chivo expiatorio que es,
Azazel, Ithaqua y Buzrael lo coronaron,
Por eso al amanecer, nunca he olvidado,
Que tengo el rostro del Hombre Astado. 

El Árbol

 EL ÁRBOL

POR RICARDO MEYER


Dedicado a mi madre

 

* * *

 

     No sé ni recuerdo cómo o donde nací, pero sé que fue para no Morir. El mundo era pequeño, pero había una gigantesca muralla que nos separaba de Marte, de donde mi madre trataba de alejarme siempre que podía. Sin embargo, había algo en mí que me hacía sentir que yo pertenecía ahí, aunque mi familia dijese lo contrario.

     Poco a poco fui creciendo y mi cráneo y cabello parecían vegetales como el broccoli y así mismo con todos mis órganos. Esto no le agradó a los terrícolas, quienes introdujeron sustancias en mi para inhibir la clorofila y así ser blanco como ellos y no verde como marciano.

    Un día me cansé y dejé de hacerles caso, mi cerebro se elevó tanto y se hinchó como un tomate para finalmente explotar y dejar a todos manchados con jugo vegetal.

     Lo único que me apena es mi madre, porque muchos pasaron por mi Vida, pero mi madre siempre estuvo ahí, para las buenas y para las malas, y ahora luego de que mi cerebro explotó, ella sigue aquí, a mi lado, esperando que los terrícolas puedan reconstruirlo, pero no pueden. Igual yo siempre estaré contigo mamá, porque no hay fin en los tiempos, y cuando recibas la pulsión de Tánatos podremos navegar juntos por el cosmos y nadie nos juzgará por ser marcianos.