"Bertoldo" 1945 (borrador 2023)

En ese período turbulento de entreguerras, cuando las sombras del totalitarismo se extendían sobre el mundo, Chile no escapó a la influencia de estos oscuros vientos políticos que asolaron Europa. La crisis económica de 1929 sumió al mundo en la incertidumbre y la desesperación, creando un caldo de cultivo propicio para la propagación de ideologías radicales. El comunismo, por un lado, y el auge de la extrema derecha, personificada en el fascismo y el nacionalsocialismo, encontraron terreno fértil en el que florecer.

Mientras el mundo se desgarraba en una lucha ideológica y política, las agencias de espionaje de las grandes potencias se volvieron aún más activas, extendiendo sus tentáculos hasta los rincones más remotos del globo. En América Latina, y en particular en Chile, se tejieron complejas tramas de operaciones secretas que tenían como objetivo recopilar información sobre el comercio entre Chile y Estados Unidos. Fue en este contexto que, en 1941, la Policía de Investigaciones de Chile creó la Sección Confidencial Internacional, conocida como "Departamento 50", cuya misión era desentrañar y desbaratar esta red conspirativa.

Años después, en 2017, por solicitud de un grupo de diputados, se tomaron medidas para desclasificar los documentos confidenciales del Departamento 50 relacionados con esta investigación y transferirlos al Archivo Nacional. Estos documentos, ahora restaurados y digitalizados, constan de 23 volúmenes extensos que arrojan luz sobre una intrincada red de espionaje nazi en Chile durante la década de 1940. Además, revelan las conexiones de esta red con organizaciones similares en otras partes de América Latina. Estos archivos documentan un conflicto subyacente entre la democracia y el autoritarismo en la política nacional e internacional, así como la colaboración en materia de contraespionaje entre América Latina y Estados Unidos.

Entre los más de 6000 documentos reunidos, destacan declaraciones, fotografías, interrogatorios a los implicados, imágenes de reuniones de grupos nazis en Chile, peritajes tecnológicos, certificados de antecedentes, solicitudes de información entre organismos estatales chilenos, registros de seguimiento de sospechosos y conclusiones sobre sus conexiones y operaciones.


Sin embargo, lo que los funcionarios gubernamentales pasaron por alto es que más allá de las implicaciones políticas, las actividades clandestinas de Bertoldo Meyer, un simpatizante nazi, tenían una naturaleza que iba más allá de lo mundano. Durante las redadas, además de encontrar pruebas relacionadas con el comercio y las actividades políticas, se descubrieron objetos que, a ojos de un erudito, parecían estar vinculados a entidades primigenias, como el Padre Dagón, la Madre Hidra y los Profundos.

Estos hallazgos incluyeron cartas dirigidas a Innsmouth, Massachusetts, una localidad que, sorprendentemente, pasó desapercibida en la correspondencia con simpatizantes nazis, incluso durante la Segunda Guerra Mundial. Lo más intrigante es que estas cartas iban más allá de lo político y parecían estar relacionadas con cultos antiguos y oscuros. Se sabe que Bertoldo Meyer adoptó los tres juramentos de Dagón y realizó rituales en el Archipiélago de Chiloé, entre los paralelos 41° y 43°, siguiendo las directrices de un folio titulado "The Consecration of the R'lyeh's Son", traducido al alemán y al español por su propia mano.

Además de arrojar luz sobre la influencia del ocultismo en la vida de Bertoldo Meyer y su familia, estos documentos también sugieren la existencia de objetos de poder vinculados a entidades cósmicas. Los demás miembros de la familia Meyer mostraban un fuerte rechazo a las inclinaciones de Bertoldo hacia el nazismo y hacia La Orden de Dagón. Como tal, ellos despreciaban a la gente de Innsmouth y a toda esa chusma, así como las supersticiones que trajo Obed Marsh de las Indias y de sus múltiples viajes a países del tercer mundo. El hecho de que Bertoldo haya conservado estos documentos y objetos en una caja fuerte, posteriormente utilizada por Paul Schaffer Schneider en Villa Baviera y en apoyo al golpe de estado de 1973, plantea interrogantes sobre si estos objetos podrían haber tenido un papel en el ascenso de Augusto Pinochet Ugarte al poder.

Es innegable que Bertoldo Meyer estuvo en contacto con la misteriosa Orden Esotérica de Dagón durante más de una década y que participó en operaciones rituales significativas. La verdadera naturaleza de estas operaciones y si realmente adquirió reliquias primigenias que influyeron en eventos posteriores es un enigma que aún perdura. Las palabras finales de Bertoldo Meyer en su manuscrito dejan un aire de misterio inquietante que se cierne sobre estos eventos desconcertantes.

"Me da igual lo que opine Bernardo o Cornelia, yo no me arrepiento de nada, y que se pudran los Schmidt. Yo he visto a los Profundos y sus maravillas, entiendo los misterios del mar. No entiendo que pretenden todos estos de acá pretendiendo que somos chilenos decentes. Desde que estalló el conflicto dejaron de vernos así y nosotros los Meyer tenemos que darnos a respetar. No me importa lo que pase conmigo, porque nunca moriré y mi linaje ha sido protegido luego de haber tomado el tercer juramento. No albergo miedo, pero si un odio muy grande a todos ustedes, el día que retorne a la Madre, aguardaré con paciencia para que junto a mis hermanos arrasemos todas las ciudades que erigieron con soberbia demostrando su falta de respeto hacia el mar. Mientras tanto, el camafeo ya está en posesión de Augusto y sé que, con la ayuda de Schaffer, les causará un buen rato de dolor, como castigo por lo que han hecho. ¡Ph’nglui mglw nafh Cthulhu R’lyeh w’gah n’gah fhtagn! ¡Iä Dagon! ¡Iä Hidra!"