EL
HOMBRE ASTADO
RICARDO
MEYER
Vino
caminando con el viento,
Altivo y galante hacia mi,
Con traje y corbata juró en vano,
Sus astas, martirio y goce de Cristo,
Muerte barrida por el viento al pasar,
Me dirigió la palabra, reverberando en mis oídos
Y dijo como príncipe del invierno,
¡Viva la merced del Hombre Astado!
Las
multitudes lo seguían, como en Hamelin,
Mas este flautista no los dirigía allí,
Los guió como el chivo expiatorio que es,
Azazel, Ithaqua y Buzrael lo coronaron,
Por eso al amanecer, nunca he olvidado,
Que tengo el rostro del Hombre Astado.