Tanatofobia

 TANATOFOBIA

POR RICARDO MEYER

 

 

El hombre loco es un soñador despierto

Sigmund Freud

 

 

     Morí, pero aquel que conoce los arcanos de la Vida y Sueño sabrá que, si recibí la pulsión de Tánatos, habré llegado con Oniros, mas no si es el caso de una muerta violenta. Y aun así con todo eso, sigo acá, en Las Tierras de la Vigilia. Mis parpados, no tengo, no tengo ni un solo pedazo de piel, solo mis músculos, mis fibras, mi carne, pero al menos puedo palpar el sabor de un cigarro. Tuve que removerme la piel porque al estar muerto ya me estaba pudriendo y no soportaba las moscas, por alguna razón no se sienten atraídas a mi carne, quizá porque no está putrefacta y porque las venas siguen bombeando sangre, no así mi piel, mi piel estaba muerta, necesitaba mudarla o directamente extirparla, algo como las serpientes.

     Y en tanto Tánatos, cuya mitad de la cabeza estaba horridamente cercenada, dejando a la vista músculos y fibras del cráneo, buscaba arrebatarme la pulsión. Fue entonces que una extraña luz se manifestó en su rostro putrefacto, irradiando desde detrás de mí. Tan grande fue el terror de este ser primigenio, él mismo personificando la muerte, que se vio obligado a retroceder. El halo de luz se posó sobre mí, consumiéndome, mientras susurraba: "Vive"