BAR ENOSH
POR RICARDO MEYER
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"Daughterworm" por Clive Barker |
El día que el niño nació, todos en la congregación lo miraron con horror. No era el mesías esperado ni un salvador. Era una criatura grotesca, su piel era grisácea y sus ojos negros, los cuales, para aquellos que conocían los secretos del Talmud, sabían que representaban el reflejo de un alma negra, testigo de las atrocidades humanas.
De su boca, la saliva era viscosa y negra, con un olor repugnante a fósforo y azufre. Su columna vertebral presentaba una extrañeza gigeresca que perturbaba a todos los presentes. Sin embargo, la profecía se había cumplido, aunque no como todos esperaban. Esta era la voluntad de Dios, ¿acaso se repetiría la historia?, ¿acaso el mesías moriría nuevamente a manos de los hijos del hombre? Tal aberración era una concepción abominable que no debía existir. La historia se repetía, y esta vez no había perdón, porque sabíamos lo que estábamos haciendo.