Fragmento V: Espejos


     Y al observar los cimientos del Mundo caer a los pies de El Griego, me di cuenta que la Verdad siempre fue una mentira impuesta por mi mismo. Antaño vi Todo, allende la civilización podrida, nadie más la veía, pues en ella la confianza se había vuelto mi única utopía. Tracé mi Vida y me impusieron sus visiones, mas no sus Revelaciones, y mis Sueños explotaron al ser estrangulados por la camisa de fuerza. El Tiempo transcurría entre la oscuridad y el silencio doloroso del grito de los muertos en vida del sanatorio, pero llegó un punto en que todo colapsó, tal como Las Meditaciones sobre la Medusa de Jonathan Drexler me lo enseñaron. Cuando finalmente era el último y no quedaba nada más que el polvo de una sociedad que se había perdido viéndose eternamente a los espejos, quedando petrificados con placeres efímeros que acabaron más temprano que tarde, noté que las advertencias sobre la Medusa habían sido claras y ahora, entre el polvo de la Tierra, solo esperaba ver a mi Salvador una vez más; sin embargo, la gorgona me enseñó tanto en tan poco y, fiel a mi ideal, decidí no tener maestro alguno más que la belleza de Medusa, aunque nunca pudiera tocarla, y mientras se barría el polvo de esta sociedad inmunda, yo evadía su mirada, solo para no ser tocado y estar, viendo y no viendo, a su hermosa figura de gorgona.