Perdurabo

 PERDURABO

POR RICARDO MEYER




"Nos detuvimos en busca de monstruos debajo de la cama cuando nos dimos cuenta de que estaban dentro de nosotros"

Charles Darwin.


* * *



     ¿Lo percibís? He engañado a mentes frágiles, tan fácilmente manipulables.

     Yago atado a grilletes de polvo blanco en los tobillos, que gravitan con cada Verdad... las arenas infinitas del Gehena serán mi sepulcro, y mi necedad, mi legado... Si existe un Dios verdadero, ruego su auxilio.

     Todo se inició en eras antiguas, creedme, detesto al Tiempo, y doy gracias a la Divinidad por haber extraviado mi percepción temporal. De lo contrario, aún me hallaría sumergido en aquellos abismos, buscando, pero me fue arrebatado el Tiempo, y no me aventuro a retornar a esos abismos. Cuando lo hice, al mirar lo que fui, desgarré mi semblante para vislumbrar mi verdadera faz.

    Si fuera un demente, podría afirmar que mi adicción a la morfina aligera mis temores a lo sobrenatural. Pero no, os contaré la auténtica verdad. No hay excusas. Soy un embustero; toda mi vida es una falacia. Las drogas apenas alivian mi corazón, más oscuro que el Da’at en Dzyan, turbado no por monstruos, demonios, ni el pueblo tcho-tcho, ni el Choronzon, ni Aquel que Aguarda Tras El Velo de Isis. Mi aterramiento proviene de ver lo que fui y olvidé, y aterra aceptar que soy más abominable que cualquier genocida o ser que haya existido. No merezco el perdón divino. Si encuentro a Tántalo en el Tártaro, después de tantos años victimizándome con psiquiatras sobre los traumas de mi época de interés por las artes ocultas, mereceré que pise y profane mi boca.

     Porque la verdad, no me atormenta lo que vi, ya que no vi nada. Pero sí hice muchas cosas, horrores que no admito y que prefiero enmascarar con metáforas, demonios y cultos. Pero la única Gran Bestia soy yo.

     Aun al contemplar mi rostro desollado, viendo mis arterias y mi sangre putrefacta circular en mi faz, con mis cuencas orbitando, vacías, fijándose en mí... puedo discernir que, aunque aún me niego, cada vez que me miro en el espejo, esos ojos hablarán. No podré ocultarlos, y ellos me comunicarán la Verdad, la Verdad que evado porque soy un cobarde: 'TU VIDA ES UNA MENTIRA'.